Y así es cómo un periodista de chimentos se convierte en un trabajador esencial y un vendedor de churros que pedalea 10 horas por día para darle de comer a sus hijos es un terrorista contagiador.
Mucha gente por querer ir a laburar va a ser multada.
Los que necesitemos salir por necesidad seremos señalados.
Muchos pibes por salir a caminar van a ser reprimidos.
Quien explote de impotencia podrá ser encarcelado.
Y algunos de nosotros seremos asesinados por el Estado, porque así pasó el año pasado.
Muchos que se quedan en casa obedeciendo, nos señalarán desde su inmundicia y miseria cómplice, reclamando al laburante lo que debió haber hecho el Gobierno desde hace mucho más de una década. Los laburantes de la salud que marcharon durante toda la democracia contra la precarización laboral y la carencia de recursos nos señala a los hombres libres como culpables de la saturación de UCIs.
Tarde o temprano el virus va a llegar a tu casa, te cuides o no, te vacunes con un experimento o no, cada hijo de mil puta que se arrastra por este país va a tener que asomar la cabecita y dar la cara a esos nenes bañados en barro de esta villa miseria inmensa, llena de tranzas, vendebuzones y militantes repugnantes de la estafa. El virus te va a llegar pero la muerte será más contundente con el hambre, la desesperación, el miedo y la quiebra.
Por los asesinados por el Estado y los vecinos, por los suicidados, por los arruinados, por los pibes traumados, por las víctimas de malapráxis, por los vacunados imprudentes, por los multados y los encarcelados, por las víctimas psicológicas del terror diario de políticos, profesionales y medios, y por mí, no soy cómplice.
Voy a seguir saliendo a ayudar a los animales y a quien pueda, con lo que tenga y a la hora que sea, representando a quienes aún confían en nosotros, exponiéndome a cualquier virus, bacteria y violencia institucional, como siempre.
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